La luna es una maestra de la naturaleza, nos enseña el arte de cambiar, de morir, renacer, de soltar y recibir.
Cada noche nos muestra una cara distinta, a veces llena de luz, a veces oculta en la sombra, a veces creciente, a veces menguante.
Así es también nuestra vida, un ciclo constante de transformación, de altos y bajos, de alegrías y tristezas, de éxitos y fracasos. No podemos aferrarnos a una sola fase, ni resistirnos al cambio.
La luna nos enseña a fluir con la corriente, a aceptar lo que viene y lo que se va, a confiar en el proceso y en el propósito. La luna nos invita a mirar hacia adentro, a reflexionar, a meditar, a conectar con nuestra esencia.
Nos recuerda que somos parte de algo más grande, que estamos sincronizados con el ritmo del universo, que tenemos el poder de crear y manifestar nuestros sueños.
La luna nos inspira a ser como ella, a brillar con nuestra propia luz, a iluminar la oscuridad, a ser testigos de la magia de la vida.
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